Pabellón de esculturas
Arquitectos: Peju Cano y Mariela Regunega
Colaboradores: Andrea Toñanez, Gabriela Bogarín, Ma. Eugenia González, Ana Paula Maluff , Thalia Aguilera y Marco Penoni.
Año: 2017
Fotografías: Salma Abraham.
“Estructura rítmica de pieles en movimiento formada por arcos de diferentes dimensiones desfasados entre sí”
Descripción del espacio.
La depuración de las formas hasta llegar a sus componentes esenciales: líneas y planos. El óxido; una reminiscencia de tierra adentro y como símbolo de transición, que deja marcas y cicatrices irrepetibles a través de su historia; como la cultura, el arte nacional y su identidad dentro de nuestra sociedad.
Un simbolismo llevado muy sintéticamente a un pabellón de exposiciones que resaltará más por preciso que por exuberante, por su honestidad de materiales que por su ornamento; haciéndose cargo de su rol de contenedor, dando realce al contenido: el arte. “En un mundo de plástico y ruido, quiero ser de barro y silencio” Eduardo Galeano.
Un recorrido longitudinal dentro de una estructura permeable, que da lugar a un juego de luces y sombras, proyectándose al infinito.
El espacio se encuentra estructurado en base a placas perforadas de acero corten ancladas a marcos de perfiles laminados para columnas y vigas. Las perforaciones de diferentes diámetros evocan a la geometría descriptiva mediante la intersección de los círculos, formando diferentes morfologías, dando dinamismo a los muros y a la cubierta ofreciendo ilusiones ópticas diferentes desde cada perspectiva.
Tratamos de conjugar la dualidad construcción y arte, optando por la exploración de los potenciales de cada material, empleándolos de manera eficiente e incluso diferente, dando nuevos significados, puntos de vista y sobre todo que resalten del entorno circundante por su propia estética.
El proyecto se adapta a su condición efímera y de reversibilidad de la construcción, pudiendo ser transportado a un nuevo sitio, con la opción de adaptarse a él de forma permanente.